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ACIAGOS DIAS DE LA VIOLENCIA EN CAMPOALEGRE

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Incertidumbre y zozobra se constituían en el común denominador producto de la violencia en la Plaza Roja del Huila en la década de los 40  pero específicamente en el año 1946, dos años después de terminada la segunda guerra mundial, los lugareños debían recogerse a las seis de la tarde, son algunos de los funestos hechos todavía inéditos.

Desde Santa Fé de Bogotá se irradiaban furibundos odios partidistas para acabar con los liberales por “ateos y comunistas”, eran enemigos de “Dios y de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana”, por ende la tradición conservadora no permitía la renovación y el cambio en las costumbres de vida.

P1080211En el pueblo, las autoridades la integraban en su orden el cura y el alcalde, en aquella nefasta época godos de la caverna, y allí en Campoalegre con casas blancas de bahareque, adobe, teja de barro y palmicha con palmeras en todos los solares, parecía un pesebre, aparentemente reflejaba un ambiente de paz y armonía pero ignominiosamente, el señalamiento, la persecución, y la cárcel de reconocidos liberales los lanzaban amarrados al río Magdalena en el puente Santander en Neiva, rondaba un ambiente de pesadumbre en los hogares rojos.

El 9 de Abril se levantó abruptamente el Partido Liberal que con virulencia apasionada lanzó un grito iracundo incitando a la violencia y el caos por el asesinato del caudillo Liberal Jorge Eliecer Gaitán a quien se conocía como “El Tribuno del Pueblo” (9 de abril de 1948) porque en sus ideales y fogosos discursos tanto en el parlamento colombiano como en la plaza pública siempre se manifestaba como el defensor del proletariado y declarado enemigo de la “oligarquía” y de los gringos explotadores que sometían a los gobiernos de turno. Los “jefes” conservadores huyeron al exterior.

Al deponer su aspiración el candidato Liberal a la Presidencia de la República Darío Echandía (“el poder para qué”) en el año de 1950, ascendió al poder sin oposición alguna Laureano Gómez, Conservador ilustre de camándula y biblia debajo del brazo, reforzó sus fuerzas armadas con la creación de la policía “chulavita”, elementos adiestrados para matar “collarejos” o “cachiporros”, asi los denominaba despectivamente a los rojos y estos bárbaros uniformados recibían ascensos según la cantidad de orejas, dedos y ojos que presentaran a sus superiores producto de sus criminales andanzas. Los “jefes” liberales huyeron del país.

En Campoalegre, es de ingrata recordación el alcalde en el año 50 del siglo pasado, Rozo Octavo y el cabo de la policía Oriol Sierra Guevara, hombres de la caverna, fanáticos políticos de enceguecida filiación azul, quienes no permitían reuniones de liberales en pequeños grupos de cuatro o cinco que concurrían en un lugar público para leer y comentar las últimas incidencias noticiosas de el Diario “El Tiempo”, la policía los disolvía y les incautaba el periódico porque era un pasquín “comunista”. Habitualmente se juntaban en la oficina de Cootranshuila, ubicada en el costado Sur del parque principal, hoy residencia de Omar Valdez, Arcadio Victoria, Abraham Cabrera, Julio C. Losada, Darío Puentes, Arbelaéz Gutiérrez, Rosendo Puentes y otros.

En horas de noches tenebrosas zumbaban las balas que disparaba desde las esquinas la policía chulavita sobre las fachadas de las casas de los reconocidos liberales que eran fichados y señalados por los godos que trabajaban al servicio del municipio, hoy en día odiados por el pueblo, se recuerda a Dagoberto Rojas el parquero, Víctor y “chucho” los volqueteros quienes iban con toda clase de falsas informaciones para granjearse la amistad del alcalde y asi sindicaban a algunos liberales. Esas personas señaladas eran recogidas y lanzadas amarradas al puente Santander en Neiva.

En una ocasión apresaron sin justa causa a Gregorio Munares, liberal propietario de una tienda de grano y su esposa Cándida Durán fabricaba el más deliciosos pan que incluso la gente de Neiva compraba, pero sin que se escuchara ningún reclamo del detenido fue subido a una volqueta y gracias a que Rafael Azuero, habitual comprador de pan de doña Cándida, se engeró por súplicas de esta señora y cuando ya estaban a punto de ser lanzados al río Magdalena, llegó la orden de Azuelo quien era una autoridad política para que se suspendiera el procedimiento y asi Gregorio salvó su vida.

Rafael Pérez, liberal intrépido, padre del ex alcalde Álvaro Pérez Castro, fue asesinado por la policía al negarse a una requisa, enfrentó a puño a tres pero el cuarto le disparó a quemarropa en pleno centro del poblado.

Abraham Cabrera Serrezuela, empleado publico y viejo tinterillo, se vió obligado a empeñarse como mayordomo con su familia en las fincas La Albania y Villa Esther, hoy parceladas por el Incora para evitar ser asesinado.

Era inconcebible la cizaña y la virulenta semilla del odio inculcada por jerarcas políticos de poderosas influencias económicas, caciques y gamonales a una clase pobre que luchaba por un trapo rojo y un trapo azul sin justificación valedera pero es que un gobierno tirano se nutre de la ignorancia de un pueblo. Hoy todavía existen residuos de la mala hora.

Especial Escrito por: Silvio Cabrera Quintero

 

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